sábado, 15 de julio de 2017

¿Por qué leer una historia inconclusa?

Resultado de imagen de clarissa zweigComo siempre me ha gustado mucho Stefan Zweig, encargué su última novela en la librería antes de haber leído una mínima opinión sobre ella. Se llama Clarissa y viene en estas ediciones tan cuidadas de la editorial Acantilado, que ya ha sacado a los estantes la gran mayoría de la obra del autor austriaco. (Mi reseña sobre Clarissa)

Antes de comenzar a leerla, cuando llegaron a mí los primeros comentarios sobre la novela, me dijeron que se trataba de una historia que no estaba terminada. No que poseyera un final abierto a la interpretación del lector, no era eso, sino que claramente esta novela estaba inconclusa. En ese momento me arrepentí un poco de la compra. Pese a lo mucho que me gusta el estilo de Zweig y sus temáticas, leer una novela no terminada es un reto extraño para un lector ordenado como lo soy yo. Además, en la contraportada de Clarissa no se hacía referencia a este hecho, lo que quizás puede hacer a alguien sentirse engañado después de la compra. ¿Qué se puede imaginar un espectador de cine ante una película que se termina de repente? 

Decidí afrontar el reto como si se tratase de una lectura única, diferente. Sabiendo que me encontraba ante una historia y unos personajes que de forma anunciada me iban a dejar a medias, la sensación de leer se ha convertido en algo diferente. Para cualquiera que pruebe esta novela, verá que claramente hay un momento donde se deja de avanzar y la historia podría haber dado mucho más de sí. En unas pocas sesiones de lectura, tras meterme de lleno en las situaciones de la protagonista, llegué a ese punto. 

Alguno podría decir que es el momento de echar mano de la imaginación, y figurarse que vendría después. No fue mi caso. Para mí esa novela, en la mente del escritor, tiene un final que no se ha plasmado en el libro. Es como sí de la novela sólo hubiera tenido ocasión de leer las primeras 200 páginas y las otras tantas siguientes fuesen páginas en blanco, una detrás de otra, hasta el final. Esta experiencia me permite poner mucho más en valor las páginas que sí que he tenido oportunidad de leer, he estado muchísimo más pendiente del inicio y del desarrollo temprano de los acontecimientos, y de cómo ellos desembocaban en el nudo de la historia. Se ponen así en valor los temores y la inexperiencia de todo protagonista en periodo de crecimiento, sus primeros amores y amistades... sin saber ni interesar cómo acabarán. Por último, deja un poso más duradero el saber que disfrutamos de una acción la prisa de un final, que se desarrolla a su ritmo sin un horizonte claro, desplegando un enorme mapa de posibilidades que queda fosilizado de repente, sin ser recogido.

Una experiencia atípica, para nada un error. 
Nunca antes un libro me había enseñado a saborear tanto un inicio.


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